martes, 24 de agosto de 2010
Fútbol Violencia Sociedad Anónima
Por Joaquín Sánchez
La violencia en el fútbol es un fenómeno mundial que recién ahora se está intentando analizar y comprender. El antiguo enfoque que grupos de inconformes sociales se ´descargaban´ haciendo desórdenes, y que aumentando el accionar policial bastaba para controlarlos, hoy suena casi ridículo. Está claro que el panorama es mucho más complejo. Los líderes de las hinchadas se transformaron en los ´Barras Bravas´. ¿Y a quién responden estos Barras Bravas? Aparentemente a las dirigencias corruptas de los clubes y a la política. Mientras no se desarmen estas organizaciones, nada podrá solucionarse". Es la introducción que plantea el director Pablo Tesoriere, en su excelente documental Fútbol Violencia S.A.
A lo largo de 104 minutos, Tesoriere (nieto del histórico arquero de Boca, Américo) va a fondo para exponer a través de numerosos testimonios, el dolor y el reclamo de los familiares de las víctimas de la violencia; la forma en que operan los barrabravas, sus cómplices y proveedores; la pésima estructura edilicia y de organización por la que tiene que atravesar un hincha común para ir a la cancha; el desembarco de empresarios en el fútbol a partir de la década del ´90 y la corrupción que esto trajo; los oscuros manejos de Julio Grondona en la Asociación del Fútbol Argentino; y la cultura del aguante que en algún momento se exacerbó desde los medios hegemónicos.
Los testimonios, muy valiosos en algunos casos, muy hipócritas en otros, son acompañados de una gran cantidad de imágenes sobre hechos de violencia, las cuales unas tras otras, sacadas del contexto habitual de un partido de fútbol, nos dan una real sensación de que algo muy grave ocurre desde hace muchos años, y casi nadie lo remarca.
Sí lo hace Tesoriere, quien además de ser el guionista, el director y el productor ejecutivo de su segundo documental (el otro también muy valioso, Puerta 12), está comprometido con la causa: integra la asociación "Salvemos al Fútbol", presente en el film a través de Mónica Nizzardo (ex directiva de Atlanta) y el abogado Mariano Bergés.
Primero aparecen los testimonios de periodistas y escritores sobre los barras. Así, surge Juan Pablo Varsky con su mirada: "Las barras se han independizado, no necesitan de la dirigencia. Hoy tienen las entradas, las camisetas… El dirigente no es una pieza importante como lo fue hace unos años atrás, cuando los barras comenzaron a construir el poder que tienen ahora. Además, la barra le ha hecho creer a los hinchas que ellos son los más fieles: el barra canta ´yo te sigo a todas partes donde vas´, pero no pone un peso para ir a ver a su equipo”.
Enrique Macaya Márquez es otra de las voces citadas. "Con la demagogia que practican con asiduidad los medios, el espectador se cree que es el único protagonista. Y yo creo que lo es y lo sabe. Por eso, se explica que una hinchada ante una goleada siga alentado", explica de manera confusa, y sin hacerse cargo de haber sido la cara periodística del fútbol durante mucho tiempo, el rol del hincha.
En Orlando Barone se puede encontrar el marco histórico de la aparición de las barras. "Antes del golpe militar no existía la marginalidad de ahora. La marginalidad que genera que un tipo de conducta indominable para la sociedad en aquel tiempo estaba muy circunscripta a pocos tipos. El término barras bravas no existía, se acuñó después", recuerda.
La ocurrencia más notable, está en el notable escritor uruguayo, Eduardo Galeano. "La violencia ofende al fútbol como el borracho ofende al vino".
En ese primer cuarto de hora del documental, Mario Gallina (ex titular del Coprosede), incurre en un blooper: "El barrabrava viene a ser como un delincuente del fútbol". No viene a ser como un delincuente del fútbol, lo es.
En el film, Tesoriere presenta una voz, de las menos mediáticas, pero de las más comprometidas: Juan Manuel Lugones, abogado de Familiares Víctimas del Fútbol Argentino (FAVIFA). Él desvela el trasfondo: "La Policía conoce a los barras. Los dirigentes son los que le dan las entradas y los medios para que funcionen como tal. Si no hay incidentes, sigue todo igual. Pero si hay una muerte, se sueltan de las manos y cada uno juega su suerte. La policía sabe en donde viven y qué hacen, pero se hace como que no".
El único dirigente futbolístico que se animó a hablar fue Raúl Gamez, ex presidente de Vélez y en su juventud integrante de la barra del club de Liniers. "Yo alguna vez pacté con ellos para que tuvieran algunos límites: que no estuvieran adentro del club, que no exista la marihuana dentro del ámbito de la institución. O sea, si se portaban bien, podían tener el acceso a las entradas y a los traslados", se sinceró.
El monopolio que durante mucho tiempo se adueñó de la pelota, Torneos y Competencias, no se quedó afuera del circuito violento que plantea el director. "Cuando TyC llevó a Argentinos Juniors a hacer de local en Mendoza, se sospecha que la empresa financió el traslado de algunos barras para que viajaran en avión", señala el periodista Gustavo Veiga, autor del libro "Donde manda la patota".
El abogado y legislador porteño por el MST-Nueva Izquierda, Marcelo Parrilli, cita un caso sucedido en River. “En la elección que ganó Aguilar en 2005, la barra actuó al servicio de eso. Desde haber sido fiscales hasta haber llevado gente a votar. Son grupos sin sustento político, ideológico, ni religioso. Si se acaba el dinero, se acaba el grupo. Son militantes profesionales”, remarca.
La Asociación del Fútbol Argentino, que busca eludir su responsabilidad en una maniobra habitual de Grondona, no queda afuera del documental. “La AFA no existe, es un ente nefasto”, ataca Liliana García, presidenta de FAVIFA, y madre de Daniel García, asesinado en Paysandú en 1995 tras un Argentina - Chile por la Copa América, y una de las 249 víctimas fatales con las que cuenta en su prontuario el fútbol argentino.
“Grondona compra a los dirigentes con cargos y viajes”, sostiene Parrilli. También Gámez denuncia a Don Julio.
Hasta Carlos Avila, creador de TyC y ex socio de Grondona en los ´90, aprovecha para castigar al presidente de la AFA.
El sociólogo Pablo Alabarces entrega una interesante mirada sobre la cultura del aguante.
Entonces, inevitablemente encadenada, se analiza el accionar de la fuerza de seguridad. “La policía en la Argentina se ha pasado de la raya muchas veces, no ha hecho nada muchas veces, y es cómplice en otras tantas”, resume el periodista Alejandro Fabbri.
También se mencionan las dificultades para llevar adelante las causas en el Poder Judicial, algo fundamental en el camino para encontrar justicia.
Se puede escuchar a un Felipe Solá, con tono aleccionador -como si nunca hubiera formado parte del asunto-, diciendo que “hay corrupción en el estado”, a Gallina defendiendo a una policía que “gana poco”, y al ex presidente de Rosario Central, Horacio Usandizaga, acusando a los barras de tener porcentaje de jugadores.
En fin, un documento de excelente calidad e indispensable. Para que los que están lejos del fenómeno del fútbol conozcan a fondo cómo funciona la maquinaria rentable de la violencia; para que los protagonistas directos (dirigentes, futbolístas y técnicos) sientan un poco -al menos un poco- de vergüenza y culpa.
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