martes, 12 de octubre de 2010

Padeció el primer tiempo y, a pesar de una producción floja, casi lo gana al final

Gimnasia se trajo un punto que es positivo a pesar de mantener sus deficiencias atávicas

Por Mauro Bolatti

A los 42 minutos del segundo tiempo, ante el desconcierto monumental de la defensa de River, Claudio Graff desbordó por la izquierda y le sirvió el gol a Jorge Córdoba: sólo, por el centro del área, el delantero se estiró para conectar el balón pero desperdició la mejor chance al, simplemente, no embocar al arco.

Gimnasia, que padeció el primer tiempo como si jugara contre el Brasil de 70 (cuando, en realidad, el equipo de Ángel Cappa fue -es- un puñado de buenas intenciones que se diluyeron más rápido que los estentóreos insultos de su DT) casi gana el partido aún realizando una paroducción tan deshilachada como las que viene generando últimamente. El punto suma, esencialmente, para ir tomando la confianza que faltó ayer para dar el batacazo.

SOMBRA. En los 15 minutos iniciales hubo una sucesión de llegadas de River ante la impotencia de Gimnasia: a los 11 los centrales del Lobo durmieron una siesta y Funes Mori disparó al palo mano a mano con Sessa; a los 14 Lamela destrozó a Piarrou en el mano a mano, quizo tirar centro y la bola dio en el travesaño; a los 16, otra vez Lamela: excelente tiro libre desde el vértice derecho del ataque al travesaño.
Gimnasia era un equipo demasiado tibio que no marcaba: apenas si ocupaba espacios y amontonaba gente en su campo sin criterio estratégico ni pretensiones distintas a la de conservar el cero en su arco.
Durante 25 minutos River ejerció una superioridad marcada, no tanto porque fue una máquina perfecta de generar volumen de juego, sino más bien por su voluntarismo, por la intención y la actitud y algún atisbo de líneas tácticas por donde conseguir el desequilibrio.
Sobre la media hora, llegó el primer remate al arco de la visita, con un tibio intento de Hernán Encina que disparó desde 25 metros. La jugada no fue producto de la decisión de Gimnasia, sino de las flagrantes dudas de la última línea local.
La pasividad y la inconsistencia de Gimnasia le impidieron aprovechar la deshilachada banda derecha de River. Luego de los 30, el Lobo peleó la posesión unos metros más adelante y encontró algo de sosiego, aunque con la latente cuota de zozobra por la fragilidad extrema de su defensa.
Párrafo aparte para el partido aparte (y desigual) que tuvo que jugar Córdoba contra los 4 defensores de River, siempre intentando exprimir las piedras (los pelotazos sin pretensiones que le arrojaban sus ¿compañeros?).
Al final del PT, luego de un tiro de esquina mal ejecutado, River salió con inocencia poco profesional y el pelotazo llovido que llegó desde el sector derecho sin mayores pretensiones le cayó en la cabeza a un solitario Córdoba, totalmente descuidado. Al cabezazo del delantero le faltó potencia y ganó Carrizo.
Una muestra evidente de la fragilidad de River. Aunque para exponerla, profundizarla y usufructuarla hace falta más que un pelotazo aislado o la gracia divina. Eso fue Gimnaia en el PT.

ANIMARSE. El segundo tiempo siguió en la línea de lo que habían dejado los últimos 15 de la parte inicial. Gimnasia, con sólo adelantar unos metros sus líneas logró recuperar oxígeno y jugar más lejos de Gastón Sessa. Pero a medida que los minutos corrían, la ansiedad ganó el público y los jugadores de River acusaron recibo, otra vez el Lobo comenzó a atrincherarse contra su arco.
Entre los 15 y los 19 minutos, Buonnanotte y Pavone tuvieron sendas oportunidades para marcar, pero no le acertaron al arco.
La impotencia y el desorden de un River muy pálido le abrieron las puertas del triunfo a Gimnasia: en cada contrataque había tiempo y espacio para la estocada de sentencia.
Córdoba tuvo 2 oportunidades clarísimas antes de la última, pero no certó. El Lobo nunca creyó que lo podía ganar y, por eso, no se trajo 3 puntos. Igual, lo de ayer suma.

CLAVES DEL PARTIDO

1- SUPERIOR. En los primeros 30 minutos del partido, River ejerció una superioridad absoluta principalmente con el trabajo que realizaron por las bandas tanto Lamela como Díaz.

2- ACTITUDES. La actitud de los equipo en el PT fue diametralmente opuesta: el local salió a comerse crudo a su rival; el Lobo parecía que sólo quería aguantar y que pase el tiempo.

3- CAMBIOS. Los cambios de ambos DTs tuvieron influencia: la salida de Lamela en el entretiempo coartaron las chances de River; Castro y Graff  le aportaron frescura y experiencia a la visita.

4- CABEZA. La mentalidad de ambos quedó expuesta: River se deshilachó a medida que se lo consumía la ansiedad; Gimnasia nunca creyó posible un triunfo que, a la larga, se tornó probable.

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