El Lobo estuvo muy lejos de acercarse a la idea de Cocca y volvió derrotado de Bahía

Por Juan Manuel González Arzac

En una expresión bastante lejana a la que dio en el debut, Gimnasia cayó 1-0 ante Olimpo y vuelve a trabajar con más dudas que certezas después de ofrecer dificultades para exponer lo que su técnico pretende.
Suele sucederles a los distintos equipos que visitan Bahía, que el estadio Roberto Carminatti imponga condiciones estructurales. Y el Lobo no fue la excepción. Incluso pese a la imposibilidad de contar con Fontanello, inhabilitado, lo que obligó a Diego Cocca a recurrir un pibe de 16 años, Magallán, para conformar una última línea de tres defensores. Por delante, cuatro volantes (con Moreira de 8), un enlace y dos puntas.
Ese dibujo se presumía que debía materializarse en cancha de Olimpo con el acento puesto en el papel protagónico de Jiménez, siendo este el enganche. Pero desde el comienzo mismo del duelo se vio trunca esa intención por las malas condiciones del campo de juego, por la presión del mediocampo local y por la imprecisión del Lobo a la hora de poseer el balón.
De hecho, las acciones más claras y peligrosas se dieron por el producto del juego aéreo. Primero para los de De Felippe, quienes con centros cruzados que impidieron la salida del Gato complicaron al fondo albiazul. Y más tarde, ya casi sobre el cuarto de hora, fue el turno del Lobo: córner milimétrico de Neira, testazo pleno de Agüero y estupenda respuesta de Tombolini. Tras esa acción llegó otro tiro de esquina ejecutado con justeza por parte del juvenil delantero, el cual cabeceó Navarro y la pelota salió por sobre el travesaño.
Al percibir que el usufructo se daba por las alturas, los dos equipos apostaron a ello sucesivamente. Hasta que el aurinegro, a los 22’, se adjudicó las ganancias: córner pasado, cabezazo al punto de penal y Mosset, en soledad, capturó la pelota y, de derecha, la puso abajo y junto al palo.

Foto: Gentileza La Nueva Provincia

Con la desventaja en el marcador, el Lobo enseñó su versión más preocupante: la de no sentir la idea del técnico. Es que el fondo nunca quiso darle nacimiento a la ofensiva y el medio se preocupó más por marcar que por jugar. Sólo la dupla de atacantes se mostró con actitud y aptitud para reponer al equipo: Neira por ganas y habilidad, y Navarro por esfuerzo inagotable y pivoteo limpio. ¿Jiménez? Bien, gracias.
Por tal incapacidad es que Gimnasia sufrió cada pelota que buscó la altura de Delorte. Como el centro del minuto 46, el cual el lungo cambió por un frentazo que salió cerca.
Ante el complejo panorama, Cocca metió mano en el banco y en el entretiempo mismo incluyó a Castro por Moreira, quedando definitivamente con una línea de tres defensores natos y cuatro volantes.
Pero más significativa fue la inclusión de Córdoba en lugar de Jiménez, retrocediendo Neira a la función de enlace. Y cuando se veía la mejor jugada colectiva de Gimnasia, se cortó la luz del estadio. Insólito.
Tras casi media hora de interrupción, el partido se reanudó con el Lobo siendo otra vez el más lanzado, con todas sus cartas echadas. Pero Olimpo no mostró fisuras para resguardarse y salir de contra.
De hecho, en ese contexto, donde Gimnasia intentó más por esfuerzo que con ideas (estuvo muy partido), Neira, el mejor de la visita, fue quien produjo la primera situación de peligro del segundo tiempo cuando intentó lanzar un centro y su tiro dio en el travesaño. Pero Olimpo contrarrestó rápido, sólo dos minutos después, con Rolle exigiéndole a Sessa la intervención en dos oportunidades. Aunque fueron mucho más destacadas las acciones del enganche que llegaron más tarde: primero con un tacazo que salió junto al palo derecho del arquero y luego con un mano a mano que el Gato le contuvo con los pies.
Sólo por sacrificio y porque el local nunca se permitió salir del fondo, lo que lo obligó a tener que jugar, Gimnasia insistió e insistió, pero nada más. Aún pese a que Córdoba tuvo su chance con una media vuelta. Todo un indicador del trabajo que le espera al equipo.