martes, 10 de agosto de 2010

El nuevo Lobo de Cocca mostró buenos gestos, fue superior y sólo le faltó el gol

Por Mauro Bolatti

Pese a un notorio dominio del desarrollo, el Gimnasia renovado que ideó su técnico igualó sin goles con San Lorenzo en el debut en el Torneo Apertura, pero el balance del cotejo, en el contexto que se indica, debe dejar satisfecho al entrenador y al hincha.
El nuevo Lobo de Diego Cocca se posicionó con el mismo dibujo táctico que mostró tiempo atrás, con el 4-4-2 que sólo se alteró en nombres y en lo que cada uno de esos pudo, y puede, dar.
En esa búsqueda de la nueva expresión, en el primer tiempo desnudó dificultades cuando necesitó de la participación de los laterales. Donde Moreira estuvo estático, pero Landa quedó expuesto tranco a tranco ante todo porque no siente con naturalidad el puesto, pero también porque Jiménez no se mostró como un socio solidario en esa escalada.
Problemática agudizada también por sus consecuencias, dadas no sólo en la propuesta ofensiva sino en los desacoples en el fondo. Donde Agüero debió cubrir huecos a espaldas del Chino mientras discutía dominio territorial con Alfaro, y Masuero no podía hacer pie con consistencia. De cualquier manera, San Lorenzo nunca fue un oponente de castigo continuo, lo que le permitió al local recomponerse de cada desperfecto.
Pese a ello, las intenciones del Lobo en ataque estuvieron bien conducidas en la recepción y distribución del Sapito Encina, picante él, quien encontró compañía en Neira en breves instantes y en Navarro con cierta incomodidad en el pivoteo, pero aún así fueron suficientes asociaciones para darle a su equipo el protagonismo del juego.

Foto: Matías Adhemar
Fueron diez minutos posteriores a la acción que Navarro lanzó por sobre el travesaño, a los 27’, tras una mala salida de Albil, de buena circulación y producto sobre el área visitante. Porque Rinaudo y Jiménez ganaron espacios desde la presión que ejerció su equipo y el beneficio de la reiteración de faltas por parte del Ciclón le permitieron a Neira un disparo pleno que llevó mucho peligro. Aunque el cabezazo del otro Chino que tiene el conjunto albiazul, el cual dio en el palo ante la mirada del arquero después de un centro justo de Encina, fue el punto exacto en donde el merecimiento se adueñó del partido.

AFUERA. Los ínfimos cinco minutos del complemento que terminaron de exigirle a Ramón Díaz la salida de Romagnoli, suplido por el lungo delantero Balsas, son un fiel reflejo del escaso juego de su equipo, el cual dio más desde el esfuerzo, y también de la superioridad del local.
Del mismo modo lo confirmó el Sapito en el comienzo del segundo tiempo. Porque fue el encargado de asociar a todo el equipo y en el primer cuarto de hora se vio lo que el técnico pretende del equipo: pronta recuperación en el mediocampo (gran trabajo de Capurro y Rinaudo) y sucesivos toques con alteraciones de ritmos en pos encontrar el espacio justo para quedar frente al arco.
Y el correr de los minutos fue fortaleciendo más la muestra de Gimnasia desde la posesión (productiva resultó la entrada de Casco como lateral izquierdo) y descubrió el embrollo en la resolución, en ese último toque. Por eso fue que otro tiro libre directo de Neira, a los 14’, se dio como su acción más peligrosa.

Foto: Matías Adhemar
INCREÍBLE. De ese modo se puede calificar la intervención del Gato Sessa, a los 32’, para evitar que el cabezazo de Balsas fuera gol y que con muy poco, con nada, San Lorenzo lograra una ventaja abusiva.
Pero esa chance fue el detonante de la cautela para el Lobo y de la confianza para el Ciclón. Porque si bien el local pudo hacer algo más, tampoco se permitió el riesgo desmedido, en tanto su rival aportó cierto vértigo pero con curiosas limitaciones. Y así la igualdad en cero no se alteró, aunque Gimnasia puede quedarse tranquilo de que su andar quiere ser el adecuado.

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