Por Gonzalo Santos
La semana que pasó dejó un par de acontecimientos salientes en ámbitos distintos: en la esfera política económica, el Consejo del salario (integrado por miembros dela CGT , de la CTA , del empresariado y del gobierno nacional) estableció un incremento en el salario mínimo vital y móvil (SMVM) del 23% para llevar ese indicador a los 1840 desde los 1500 iniciales (1740 desde agosto y 1840 a partir de enero); en el espacio deportivo llegó el inicio del torneo Apertura con un dato que, cuando se conoció a medidados de la semana que pasó, fue enfocado con vehemencia y desde la unidimensionalidad programática de los medios hegemónicos: la entrada popular de los partidos de Primera División incrementó su precio un 33 por ciento para llegar a los 40 pesos.
La semana que pasó dejó un par de acontecimientos salientes en ámbitos distintos: en la esfera política económica, el Consejo del salario (integrado por miembros de
Así las cosas, desde los suplementos deportivos, desde los escasos minutos que el deporte ocupa en los noticieros generalistas (almáciga ideal para "análisis" someros que "analizan", ¡Ay! Según los clichés desgastados que impone el sentido común del "periodismo independiente") y desde los exagerados espacios específicos que dispone el fútbol (en el cable) para su observación exhaustiva se abordó el tema del aumento de los tickets generales con disparadores que obedecen a intereses corporativos que, lejos de revestir una preocupación real y una ocupación militante en el mejoramiento del andamiaje integral del fútbol argentino, más bien están ligados a la encarnizada pelea que han establecido ante un gobierno nacional que, por primera vez en 35 años, le pone tope al imperio de la corporaciones.
Se sabe: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y el Fútbol para Todos abrió una grieta entre las prerrogativas de ciertos sectores del poder económico y el gobierno nacional. Por eso, el enfoque predominante en este tema: "fútbol para pocos" o "golpe al bolsillo" fueron algunos de los títulos dominantes, seguidos de análisis cruzados por ese flagelo kirchnerista que es la inflación.
Entonces, corrieron como reguero de pólvora los pedidos sacrosantos de los representantes periodísticos de las corporaciones en favor de las clases menos favorecidas, que serían las más afectadas por este incremento. Paradoja inicial, estos voceros corporativos impostaron su desasosiego por semejante atropello contra "la gente" cuando, en realidad, son el brazo intelectual (¿?) de las empresas que propiciaron, cuando tuvieron el control de la producción, televisación y distribución de contenidos, la devastación de este rito popular bien argento: confiscación, apropiación y exclusividad traducida en más contenidos pagos para un universo menor de público; devastación de las economías de los clubes (en paralelo a la corrupción, ineptitud o negligencia de los dirigentes) debido a la inequidad del "contrato" de la televisación (contrato que no reflejaba igualdad entre las ganancias extraordinarias de la empresa y lo que recibían las instituciones) que derivó en pauperización de los servicios al socio y/o hincha.
Si bien el aumento afecta esencialmente a aquellos que disponen de menos recursos, el eje de la discusión debería pasar por enfoques más profundos porque, en realidad, la entrada no es más cara que en otros momentos.
Para certificar esto, se puede tener en cuenta el SMVM.
En el año 2003, el SMVM era de 200 pesos. Ese indicador se había mantenido congelado durante 10 años. Entre enero de 2003 y agosto de 2010, el SMVM se incrementó un 870%. En 2003, el SMVM cubría el 29,5% de la canasta básica total mientras que en la actualidad cubre el 142% (teniendo en cuenta el salario de 1500 pesos). Además, entre enero de 2003 y mayo de 2010, se produjo un aumento en el nivel general de salarios del 222,3%, que implica que el aumento de las remuneraciones fue mayor al nivel inflacionario, por lo cual se tradujo en un aumento del salario real de los trabajadores (datos ofrecidos por Juan Santiago Fraschina, economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP), en el diario Buenos Aires Económico).
Además, hay que considerar que entre 2003 y 2010 también mejoró sensiblemente distribución del ingreso, pues la población más pobre y los niveles medios incrementaron su participación en la economía mientras que los sectores más ricos disminuyeron su injerencia. Esto se profundiza si se toma en cuenta las remuneraciones del trabajo asalariado: la participación en el producto de los trabajadores pasó del 34,3% en 2003 al 43,6% en 2008. Más cerca del fifty-fifty del ideal peronista.
Para comparar el rendimiento del SMVM de distintas épocas, se toma como parámetro los kilos de pan que se pueden comparar. Por ejemplo, hoy se pueden comprar 290 kilos a un costo de 6 pesos (teniendo en cuenta un salario de $1740). Es el valor más alto desde la vuelta de la democracia.
Entonces, podemos hacer la ecuación con la cantidad de entradas populares que se pueden adquirir. Teniendo en cuenta un SMVM a $1740 y el costo de la popular a $40, da como resultado que se pueden adquirir 43.5 entradas populares. Como contrapartida, con el SMVM de 2003 ($200) y con una popular a $10 se podían comprar 20 tickets. Menos de la mitad.
El aumento afecta y no se corresponde con las prestaciones que recibe quien garpa 40 pesos para ver un partido desde la popu: accesos laberínticos, baños deplorables, hacinamiento en algunos casos, estructuras edilicias que en muchos casos no garantizan seguridad; a esto se le suma la prepotencia latente de la policía que, en determinados lugares como Rosario, parecen al borde de la represión todo el tiempo y la pobre estructura macro del transporte público que es el único medio de transporte de una buena parte de los que van a la popular.
Así las cosas, es claro que el debate debería estar regido por parámetros diferentes y por un compromiso que exceda la tilinga pretensión de preguntarse ¿Fútbol para Todos? y atacar al gobierno por derecha debido a la inflación "galopante" que miden organismos privados ligados a las corporaciones.
Por lo tanto, la cuestión es interpelar al Estado por el estado del transporte público y por el comportamiento de la policía (esto último suena demasiado romántico porque es casi una verdad de Perogrullo la independencia peligrosa -entendida como falta de control superior- de las policías, sobre todo en determinadas provincias, y la impunidad que ello otorga).
La cuestión pasa por la necesidad de exigirle a los clubes y a la AFA , con controles internos y externos que respondan a nuevos andamiajes de poder y lógicas no burocratizadas o intoxicadas, la adecuación a las necesidades de los socios y/o hinchas y de las obligaciones estructurales y metodológicas que impone esta época.
Finalmente, también cabe en esta discusión el papel del hincha en su rol de sujeto social activo y su comportamiento: el valor de la popular es irrelevante si no asumimos nuestra responsabilidad en la construcción colectiva. Va a valer la pena pagar 40 mangos para ir a la popu cuando las condiciones macro sean las adecuadas y cuando dejemos de pensar a la popular (en tanto espacio físico) como un lugar donde vale todo, desde destruir baños cuando nuestro equipo pierde hasta escupir al que viene a tirar el córner.
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