viernes, 13 de agosto de 2010

La Selección volvió al triunfo tras el 0-4 del Mundial y los papelones posteriores

Por Juan Manuel González Arzac

La selección argentina de fútbol volvió al ruedo y con una victoria, tras su frustrada participación en el último Mundial de Sudáfrica y a pesar de los sucesivos inconvenientes que surgieron con posterioridad.
El equipo que ahora dirige Sergio Batista derrotó a Irlanda, en Dublin, por 1 a 0, gracias a la conversión de Ángel Di María y con Lionel Messi como figura.
Luego de la despedida en cuartos de final con una contundente derrota por 4 a 0, seguida de la invitación a irse a Diego Maradona de parte del presidente de la AFA, Julio Grondona, y con la latente aparición de Carlos Tévez acusando a éste de mentiroso, pocos esperaban que Argentina pudiera dar buenas noticias en lo inmediato.

BUENA OFERTA. Control de la pelota, distribución sólida y segura, en tanto una defensa presta para bloquear a los atacantes oponentes en caso de que la pérdida del balón pudiera generar complicaciones, fueron parte del repertorio que dispuso Batista.
Esa posibilidad fue admitida a partir de la elección estructural y de nombres que puso en cancha el flamante entrenador argentino. Porque optó por una última línea con cuatro defensores centrales, Mascherano como libre delante de estos, y por sobre él otros dos de similares características (Gago-Banega), en tanto Messi-Higuaín-Di María fue el tridente de ataque.
La incipiente estrategia de Batista fue la de tomar el control del juego para evitar el desarrollo agitado de un partido indeseado, pues cayó en plena pretemporada de los jugadores que militan en Europa y eso conlleva la necesaria consideración del ritmo pausado.
Entonces, de allí se deduce la absoluta superioridad del conjunto albiceleste en el tiempo inicial. Donde se adueñó de la tenencia de la pelota en el colectivo, sin la dependencia individual, en tanto Irlanda fue un mero espectador de las decisiones que fueron tomando Messi, Di María, Gago, Banega, Higuaín... Y por si fuera poco, en cuanto dispuso de la licencia de la visita, se topó con la infranqueable tenacidad del capitán argentino, Mascherano, y en su defecto de cuatro defensores siempre bien ubicados.
Por tal motivo se entendió justificada la ventaja en el marcador que obtuvo Tiki tiki, a los 19’, tras un saque de meta de Romero que Pipita alcanzó a desviar, dejando por esto en offside al zurdo, quien definió a un toque y por encima del arquero gracias a que el árbitro y su asistente eludieron la sanción pese al reclamo generalizado de los de verde.
Si bien ya era destacado antes, luego de la conquista de Di María, Messi cobró el papel protagónico del partido. No sólo por ser quien más claro y peligroso resolvió en la zona decisiva, sino que se ofreció continuamente como receptor y distribuidor del juego, lo que le permitió al equipo combinar el absolutismo de la posesión con la figura punzante e incisiva en tres cuartos de cancha.
Recién al minuto del complemento se vio la primera aproximación seria del local, tras una buena acción individual de Keane, pero nadie lo acompañó. Y la verdadera posibilidad de peligro sobre el arco de Romero se dio en tiempo de descuento, lo que da un indicio de cómo transcurrió el tiempo final.
Es que ambos técnicos metieron ejecutaron diez variantes, donde los elegidos por Batista incidieron, en cierto modo, en como se dio el desenlace en el cual Argentina se apagó e Irlanda creció (puro esfuerzo).
Eso fue porque Milito no encontró fluidez para asociarse con Messi, en tanto Zabaleta padeció el lateral derecho, sector que vislumbró el local para proyectar su ofensiva. Aunque más determinante aún fue la salida de la Pulga. Y hete aquí que, salvo un tiro de media distancia de Gago, no pasó nada.
Pese a eso, y siendo el primer juego en el inicio del ciclo del Checho Batista, Argentina, en la cancha, mostró buenos gestos, siendo absolutamente superiores a los que se dieron por fuera en los últimos días.

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