miércoles, 6 de octubre de 2010

Movimiento Leproso

Por Juan Manuel González Arzac

Aquel comunicado de apoyo incondicional al Movimiento Leproso (MoLe), inesperado por cierto, de quien hoy lleva consigo el nombre del mismísimo Coloso del Parque, fue sólo un anticipo de lo que llegaría después. El 14 de diciembre de 2008, cerca de las 9 de la mañana, a irrisorio tiempo de distancia desde el comienzo del sufragio, Marcelo Bielsa se aproximó a la sede social de Newell's para hacer uso de su derecho a voto, acto que había muerto para los leprosos desde hacía 14 años.
Aquel día de diciembre registró la participación del Loco después de viajar desde Chile exclusivamente para respaldar al club de sus amores, siendo decididamente un episodio de pasión. Pero más recordado será el suceso en general por marcar el fin de la dictadura que comando la institución rosarina desde 1994, la cual llevó durante años el nombre de Eduardo López, precisamente quien se ocupó de perpetuarse en el poder haciendo y deshaciendo a su antojo, de hecho impugnó las votaciones en 1997, 2000 y 2004, entre otras tantas barbaridades.
La introducción merece su mención ante todo porque personajes como López debieran estar presos pero ostentan aún el lujo de la impunidad, pero también porque fue quien se ocupó de vaciar la institución, económica, material y deportivamente, y sobre el cual se fija, a su vez, el ser y hacer opuesto para revivir bajo los cimientos inalterables que él no pudo vulnerar: la identidad leprosa.
Por eso no sorprendió que junto a Bielsa se alistaran Gerardo Martino, Jorge Griffa, Mario Zanabria, Ariel Cozzoni, Julio Zamora, Roque Alfaro, Jorge Theiler, Gabriel Heinze, Gabriel Batistuta, Mauricio Pochettino, Maximiliano Rodríguez, y tantos otros nombres que recorren la historia de Newell's.
Guillermo Lorente es el nombre de quien hoy conduce la institución (ganó por casi el 70% de los votos) y confió en Roberto Sensini, un producto puro de la cantera rojinegra, para que fuera el técnico.
Hasta ese entonces, Boquita había tenido un breve lapso como DT de Udinese de Italia, donde debió tomar las riendas del equipo después de haber dejado la práctica como futbolista una semana atrás. Luego le siguió su paso por Estudiantes (menos de una temporada), hasta recalar en la Lepra cerca de la navidad 2008.


Difícil. Inmerso en la compleja campaña de reestructuración total del club, el fútbol no estaba ajeno a ello y por eso Sensini tuvo que adaptarse a las circunstancias, siendo una de ellas la partida del Colorado Ré, por ejemplo. Boquita escatimó en sus pretensiones, pero puso una condición ineludible: debía retornar Lucas Bernardi, un histórico del club declinando su carrera en el fútbol francés. El Galgo Dezzotti, el manager deportivo, cumplió con el pedido y desde allí se inició la reconstrucción.
Lo curioso del caso es que Newell's, en aquel Clausura 09, concluyó en la 16ta colocación, siendo una resultante inusual entendiendo que el fútbol argentino no soporta tales fracasos y antes de que se consumasen los intenta hacer humo. Pero allí el punto de resistencia se dio por el rodaje necesario en chicos como Mauro Formica, Mauricio Sperdutti, Iván Pillud y Alexis Machuca, sumado a la consolidación como líderes de Sebastián Peratta y Rolando Schiavi.


Cerca, muy cerca. De cara al Apertura 09, Sensini ideó el equipo contemplando de antemano la renovación para Peratta y Schiavi y la capitanía para Bernardi, entonces así tuvieron lugar refuerzos que hicieron mucho ruido, como Joaquín Boghossian y sus goles (11); Jorge Achucarro y su juego; y Diego Mateo (otro repatriado) y su sacrificio. Todos sellos distintivos de aquel Newell’s que acarició la gloria, pero en un desenlace oscuro (en las últimas tres fechas, siendo puntero, perdió dos), el Banfield de Julio Falcioni se lo comió en la recta final y lo dejó segundo.
Ese rendimiento no pudo revalidarlo al semestre siguiente, donde Boghossian disminuyó su capacidad goleadora (6). De todos modos, se quedó con un sexto puesto que revalidó su presencia como uno de los cinco mejores equipos en el fútbol argentino de la actualidad, incluso habiendo perdido el repechaje de la última Libertadores ante Emelec de Ecuador.
Sacrificio. En ese Clausura 2010 Sensini percibió un gesto distintivo en sus dirigidos, una sensación de que rondaba un factor extra, contando con una llamativa ligazón con la identidad del equipo: el sacrificio a destajo. Así, a nombres como los de Peratta, Schiavi y Bernardi se le había sumado un inagotable Mateo primero (de corazón leproso), pero luego también un sólido y agradecido Agustín Alayes (había visto frustrada su llegada a Colo Colo de Chile por un problema en la rodilla y Sensini solicitó su contratación).
Y pareciera ser ello lo que Boquita tuvo en cuenta al armar el plantel actual, factores que pudieran darle un plus. Entonces pidió a Luciano Vella e Iván Borghello, dos campeones con el Newell’s del Tolo Gallego; a Gabriel Cichero para cubrir la ausencia de Insaurralde, esperando por el hambre de gloria futbolística que pueda traer un venezolano a tierras rosarinas; caso similar con el uruguayo Sebastián Taborda (está lesionado); mientras que se aferró a la sed de revancha de Luis Rodríguez tras el descenso con Atlético Tucumán; y algo parecido con Leandro Velázquez, desestimado por Gareca en Vélez. Asimismo, le sumó el compromiso del paraguayo Marcelo Estigarriabia tras ver frustrada su convocatoria a Sudáfrica 2010; y todas las ganas de Mauricio Sperdutti, ahora cumpliendo como delantero.
Todo ese revuelo hicieron de Newell’s un equipo destacado, que sigue su marcha en el lote de arriba, que continúa en la Sudamericana tras eliminar a un rival durísimo como Estudiantes. Toda esa agitación se vio reflejada el último viernes ante Vélez, a quien se devoró en su estadio, el Marcelo Bielsa, justo quien inició todo este movimiento leproso emocional y futbolístico para forjar una identidad.

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